El mono que llevamos dentro
¿Qué lugar ocupa nuestra especie en la naturaleza? Hace ya mucho
tiempo que los científicos nos han explicado que tenemos un ancestro
común con los grandes simios y que por tanto es normal que compartamos
numerosos rasgos, no siempre halagüeños: el ansia de poder, la lucha por
el sexo, una violenta territorialidad y una fuerte tendencia al engaño y
la manipulación. Pero la fascinante –y esperanzadora– tesis del
primatólogo Frans de Waal sostiene que, pese a todo, también nuestras
más nobles características –la generosidad, la amabilidad, el altruismo y
la solidaridad– forman parte de la naturaleza humana, pues también las
hemos heredado de nuestros ancestros.Además, hallazgos recientes en
neurología han demostrado que, contrariamente a lo que se venía
afirmando, la toma de decisiones morales activa centros emocionales muy
antiguos en el cerebro. Así, mientras que es fácil establecer un
paralelo entre la brutalidad de los chimpancés y la de los humanos,
Frans de Waal sugiere que los bonobos –gentiles, amantes y dotados de un
sentido innato para algo muy parecido al erotismo– son un modelo
igualmente bueno para analizar nuestra herencia de primates. En
definitiva, una atractiva y sorprendente exploración de la moralidad
humana, contemplada a través del espejo de nuestros parientes más
próximos.
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